domingo, 13 de junio de 2010

SORIA EN LA MEMORIA (II). San Juan de Duero

San Juan de Duero está situado en la ladera oriental del Monte de las Ánimas a orillas del Duero. A la vista de la cartografía, me entra la duda de que si el topónimo va más allá  en el tiempo que la leyenda de Becker.


En el texto de Becker, Alonso cuenta a su prima Beatriz, el resultado de una bronca entre los templarios e hidalgos sorianos, para dirimir derechos de caza en aquellos pagos. La sangre debió llegar al Duero, con un resultado de tablas, quedando los difuntos resolver el empate cada noche de difuntos a las doce de la noche. Y desde entonces.......


Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.

Como es de todos sabido las ondas electromagnéticas son perjudiciales para espectros y ectoplasmas, así que la presencia de un repetidor de televisión en la ladera del monte, aparte de malograr los paisajes, provocó la emigración de esos entes a otras dimensiones.


Llego  a San Juan de Duero, pillado por las prisas, cuando presisamente para entrar aquí, hay que dejar el tiempo en la puerta. Siempre agradeceré a la señora de la taquilla el que me permitiera pasar gratuitamente y a Eolo que descorriera los negros nubarrones de la borrasca del cuarenta de Mayo que se cernia sobre Soria.


Independientemente de que el recinto sea un escenario de leyenda, para mi, es como si el paso del tiempo hubiera desbrozado lo accesorio y sólo quedara la exencia: la geometría. Sencillamente la magia se consigue con la maestría en el manejo del compás.


El interior de la iglesia es, también, de una abrumadora sencillez geométrica: arcos y rectas. Y en las tangencias, los capiteles.


Muy rapidamente repasé uno a uno todos los capitales, y uno me llamó, si cabe, más la atención. Posteriormente, en la visita virtual, me enteré, que el hombre cuya cabeza estaba a punto de ser cortada, era San Juan Bautista, patrón de la Orden de los Hospitalarios de Jerusalén, conocidos actualmente como Caballeros de Malta.





Por cierto, que una vez, sentado, leyendo y navegando por internet, me da  en la nariz, y es una opinión personal  y sin fundamento que lo justifique, que la bronca del Monte de las Ánimas, fué en realidad un pique entre los Hospitalarios y sus vecinos de San Polo, los Templarios.

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